Dibujos de Siwa

Siwa Drawings / Dibujos de Siwa, 

Publicado por Àfriques Edicions, es mi nuevo trabajo que se publicará el 15 de noviembre de 2024. Mi primer libro de dibujos que incluye texto y algunas fotografías, así como un prólogo de Enrique Juncosa. Por primera vez muestro mis dibujos hechos durante las largas noches en el oasis, en noviembre de 1984, cuando aún era un lugar totalmente vedado a los forasteros, incluidos los ciudadanos egipcios. 

Incluye además un QR que da acceso a la música grabada por mí en el palmeral de Siwa. Música cantada en la lengua siwi, el último y más oriental reducto beréber del norte de África.

Siwa es un oasis egipcio, cercano a Libia. Sus habitantes hablan el dialecto beréber más oriental. Prohibido a los visitantes, tanto extranjeros como egipcios, hasta entrados los años ochenta, sorprende por su rotunda belleza y la ciudadela de adobe que se alza en un inmenso palmeral. Era conocido desde la Antigüedad por ser la sede del Oráculo de Amón, asociado a Zeus y consultado por Píndaro o Pitágoras. Ante un vaticinio desfavorable, el rey persa Cambises envió a un ejército de más de cincuenta mil hombres para destruir el templo del oráculo insolente. Pero Amón levantó terribles vientos y los soldados persas fueron sepultados por las dunas. La visita del mismísimo Alejandro Magno le proporcionó tal notoriedad que su fama llegó a superar a la del Oráculo de Delfos. El rey macedonio fue considerado hijo suyo por el propio Amón/Zeus. 

 

…En el mes de noviembre de 1984, en la soledad de mi habitación en un sencillo “fonduq” del oasis de Siwa, en aquella época sin móviles ni internet, de noche dibujaba las escenas que había fotografiado durante el día. Era una manera de recordar lo que estaba haciendo, ya que no lograría ver los negativos hasta pasados unos meses, cuando revelara los negativos de película Tri-X en blanco y negro, en el baño de mi amigo, el artista armenio, Chant Avedissian.

 Los dibujos con lápices de colores y tinta china eran la memoria de mi trabajo y cada noche, tras fumar una shisha bien cargada, me dedicaba a dibujar lo que creía haber fotografiado durante el día. Con los años, me olvidé de aquellos dibujos y, cuando me vine a vivir al campo, encontré una caja con las libretas que creía perdidas. Entonces pensé que aquellas imágenes eran también una suerte de conjuro. Así como los hombres primigenios dibujaban, en las paredes de sus cavernas, los bisontes y otros animales que pensaban cazar, yo plasmaba en papel durante aquellas noches en el legendario oasis las escenas que quería captar. No siempre aquellos dibujos se correspondían con mis fotografías. 

A veces dibujaba escenas inventadas que me hubiera gustado fotografiar. Lo curioso es que, muchos años después, en la isla de Socotra realicé fotografías de personajes que parecían calcados de aquellos dibujos. Ya fueran de Siwa o premonitorios de otros lugares, aquí están. Mis Dibujos de Siwa

 

 

Enrique Juncosa ha escrito en el prólogo: 

 

«Todo está lleno de movimiento, gracias a los trazos rápidos, energéticos y vibrátiles de la pluma, y también por la forma en que está aplicado el color, de forma también rápida y gestual. Como los dibujos de algunos pintores viajeros, de Delacroix a Barceló, salvando todas las distancias, más que imágenes puramente representacionales, los dibujos de Esteva reflejan la visión del mundo de una consciencia individual, la suya, en su caso repleta de una felicidad que logra transmitirnos». 

«La escritura de Jordi Esteva se enriquece con sus películas, fotografías y ahora estos inesperados dibujos. Todo construye o escenifica una visión del mundo que es celebratoria pero también comprometida, alertándonos de que muchas cosas que están desapareciendo con rapidez. Dependemos de alguien como él, alguien generoso que tiene la voluntad de compartir sus experiencias, para conocerlas y valorarlas. Su capacidad de trabajo, su optimismo y su activismo resultan verdaderamente contagiosas».